Hace 25 años grandes esperanzas se depositaban en el nuevo gobierno surgido de las urnas. Durante su campaña electoral, el Dr. Raúl Alfonsin había unido eso que llamamos democracia formal (el respeto a la ley y a las instituciones), con la democracia sustancial (esa famosa frase de que con la "democracia se come se cura y se educa").
Hoy tales esperanzas se han desvanecido. Lo verdaderamente valioso de nuestro presente comparado con lo que ocurrió sistemáticamente en el pasado, es que no se plantee como alternativa mudar de régimen.
Lo preocupante es ver lo parecido que sigue funcionando este país (y no me refiero al gobierno, sino a su economía, sociedad, vida cotidiana) a las décadas pasadas. El cambio de régimen político no significó un cambio de las políticas de estado en sus rasgos centrales.
Aún hay mucho por hacer. Este pasado reciente fue conmocionado violentamente por la dictadura militar, pero no ha sido un rayo en el medio de un día despejado. La Argentina cercana a su bicentenario, tiene muchas tareas pendientes heredadas de su inconclusa revolución de Mayo. Aún sigue sin concretarse esa imagen del Himno Nacional "Ved en trono a la noble igualdad". En ella hay un programa político para que retomemos.
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